Por Pilar Muñiz
Hoy en día la fotografía está reconocida como un arte más. Para mí personalmente es mucho más que un arte, es “mi arte”, es sentimiento y pasión, es ese algo que necesito disfrutar y compartir, en definitiva, mi modo de vida.
Como fotógrafa submarina especializada en fotografía macro, o fotografía “muy de cerca”, intento recoger en imágenes lo que ven mis ojos, con el deseo de que llegue al público lo que mi mente proyecta, “mi imagen definitiva”, desde un medio que no es accesible para todos y que implica conocimientos específicos.
Cada inmersión que realizo supone una nueva aventura llena de experiencias por descubrir, es un escenario cambiante, misterioso y revelador. Ahí abajo todo se mueve, nada permanece en el mismo sitio.
En este post y posteriores, no quisiera entrar en el fundamento técnico de la fotografía, para eso tenemos excelentes profesionales, o infinita información en internet con base muy sólida, yo quisiera abordarlo más desde la visión creativa, la de volver al mundo del que salimos hace millones de años, nuestra primera casa, y observar la vida, la grande y en particular la pequeña, enseñarla, mostrarla.
Hace ya algunos años, cuando el mar me atrapó, aparecieron en mi vida unos pequeños animales que me cautivaron: son los nudibranquios. Seguro que todo el que lea estas líneas y esté vinculado al mundo marino, ya sea como buceador, fotógrafo submarino, etc., sabe de qué hablo, o mejor dicho, sabe de quiénes hablo.
A grandes rasgos, y para los que aún no los conocéis, os los describiré como pequeños tesoros marinos llamados también babosas de mar; muchas veces de colores deslumbrantes y formas fascinantes, tamaños muy variados, algunos no alcanzan apenas lo que mide un grano de arroz, difíciles de encontrar para el ojo humano, que debe estar muy entrenado para localizarlos en la inmensa masa de agua.
Son modelos que se prestan a la fotografía con muy buenos resultados, teniendo paciencia y entendiendo su comportamiento, su ciclo de vida, su hábitat, etc. En el mar todo está donde debe, no es azar, no es capricho, es equilibro, y ahí están ellos.
Con mi cámara intento captar sus sutilezas, como ese pequeño giro del animal, que le coloca en el encuadre perfecto, su búsqueda de alimento, para situarle en el punto adecuado, o en su máxima intimidad, mientras realiza el acto reproductivo o pone sus huevos, en definitiva, entenderle para quererle.
Busco esa luz que les favorece, una posición que los coloque por encima de mí, son los protagonistas, esa forma que adoptan en la que a veces parecen verdaderos equilibristas, en resumen, lo mejor de ellos, y gracias a esa labor de observación y a tener paciencia, aprendo y entiendo cada día un poco más.
Para quienes no lo sepáis y hayáis visitado los fondos de nuestro mar Mediterráneo, mi mar de referencia, os diré que es el más rico en vida, el que contiene mayor número de especies, están ahí, solo hay que encontrarlas.
Es inmensamente satisfactorio realizar hallazgos que luego poder mostrar, enseñar al exterior, a las personas que conocen y a las que aún desconocen los misterios del mar, subir a la superficie un poquito de ese momento mágico, ese ojito mirando a cámara, cautivando, y esa forma perfecta, simétrica y dibujada.
En un próximo post os intentaré explicar, desde mi modesta experiencia, mi visión de la fotografía macro, orientada a cualquier animal u objeto, en qué me fijo, qué escenario busco, cómo me preparo y sobre todo, qué quiero conseguir.
Mientras tanto, seguid amando el medio del que todos dependemos, El Mar, La Mar…